La lluvia que cae sobre un suelo sin cobertura vegetal, como lo es gran parte del territorio de operaciones de Yanacocha, produce un arrastre de partículas de tierra. Estos son los sedimentos.
La erosión, con la consecuente producción de sedimentos, es un proceso natural. Los sedimentos son parte inherente de los ríos, aún más en temporada de lluvias donde las aguas de color marrón no son más que una muestra del aumento de sedimentos por el acrecentamiento de la velocidad y volumen del caudal. Lo que ocurre es que Yanacocha, en su proceso de producción, genera más sedimentos de lo normal y lo que se hace es controlar esa cantidad adicional de sedimentos que genera su actividad.
Yanacocha cuenta con 13 serpentines diseñados para captar el agua de las lluvias que discurren por las quebradas ubicadas dentro de sus operaciones. Los serpentines son como surcos o pozas paralelas con muy poca pendiente en los que ingresa el agua cargada con sedimentos. Esto provoca que el agua empiece a perder velocidad; al ocurrir esto, las partículas de tierra se van asentando.
Al pasar de poza en poza, los sedimentos son retenidos y el agua se va aclarando. Sin embargo, esto no es del todo suficiente. Los serpentines, como primera fase, controlan el 50% de los sedimentos, pero el otro 50%, que es mucho más fino, debe controlarse de otra manera, para eso existen los diques.
El control final de sedimentos se realiza a través de los diques que se encuentran en las quebradas aguas abajo de la zona de operación minera, al borde de la propiedad de Yanacocha. Esta es la última etapa antes de la descarga de las aguas al medio ambiente, las cuales cumplen con los niveles establecidos por los estándares nacionales e internacionales. Los diques de control de sedimentos de Río Grande y Río Rejo trabajan eficientemente descargando agua con valores de sedimentos por debajo de 50 miligramos por litro, lo cual protege la vida acuática aguas abajo de las operaciones y hace que el recurso hídrico sea apto para cualquier otro uso que lo requiera.
La erosión, con la consecuente producción de sedimentos, es un proceso natural. Los sedimentos son parte inherente de los ríos, aún más en temporada de lluvias donde las aguas de color marrón no son más que una muestra del aumento de sedimentos por el acrecentamiento de la velocidad y volumen del caudal. Lo que ocurre es que Yanacocha, en su proceso de producción, genera más sedimentos de lo normal y lo que se hace es controlar esa cantidad adicional de sedimentos que genera su actividad.
Yanacocha cuenta con 13 serpentines diseñados para captar el agua de las lluvias que discurren por las quebradas ubicadas dentro de sus operaciones. Los serpentines son como surcos o pozas paralelas con muy poca pendiente en los que ingresa el agua cargada con sedimentos. Esto provoca que el agua empiece a perder velocidad; al ocurrir esto, las partículas de tierra se van asentando.
Al pasar de poza en poza, los sedimentos son retenidos y el agua se va aclarando. Sin embargo, esto no es del todo suficiente. Los serpentines, como primera fase, controlan el 50% de los sedimentos, pero el otro 50%, que es mucho más fino, debe controlarse de otra manera, para eso existen los diques.
El control final de sedimentos se realiza a través de los diques que se encuentran en las quebradas aguas abajo de la zona de operación minera, al borde de la propiedad de Yanacocha. Esta es la última etapa antes de la descarga de las aguas al medio ambiente, las cuales cumplen con los niveles establecidos por los estándares nacionales e internacionales. Los diques de control de sedimentos de Río Grande y Río Rejo trabajan eficientemente descargando agua con valores de sedimentos por debajo de 50 miligramos por litro, lo cual protege la vida acuática aguas abajo de las operaciones y hace que el recurso hídrico sea apto para cualquier otro uso que lo requiera.
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